Cada inversor tiene un perfil; cada perfil tolera un nivel de riesgo; y cada nivel de riesgo debería distribuirse de una forma específica en tu cartera. Esa es la teoría. Ahora hablemos de la práctica y cómo identificar tu perfil.
En las inversiones, la vida es una serie de cambios y condiciones que, en última instancia, modifican tu comportamiento financiero.
En su juventud, el inversor sabe que tiene toda una vida por delante. El riesgo, por lo tanto, no parece importarle. Al mismo tiempo, al ser personas que apenas inician sus carreras, el capital involucrado en sus inversiones tiende a ser limitado (con excepciones, claro).
Luego, a medida que el tiempo pasa y el inversor madura, llegan la casa, el auto, la familia y más gastos. De repente, el inversor se encuentra cuidando su capital y, por lo general, se vuelve más conservador.
Por último, al llegar a edades más avanzadas, al inversor no le interesa el riesgo. Sabe que no le sobra el tiempo; una baja en el mercado puede darle serios dolores de cabeza canosa. Como enseña la fábula: si bien la liebre corre más rápido, más vale ser como la tortuga: lenta pero segura.
Esto que acabo de contarte es una generalización, claro. Pero es útil: de ella podemos extraer un concepto central de las finanzas, que es el de aversión al riesgo.
La aversión al riesgo busca dar una medida de cuánto rechazo hacia el riesgo sentimos a la hora de invertir. Estadísticamente, la conclusión es que sentiremos más rechazo a medida que la vida pasa, por todo lo que acabo de contarte más arriba.
Y a partir de la aversión al riesgo particular de un inversor, éste podrá definir los tipos de activos que más le interesaría sumar en su portafolio.
Más riesgo, más potencial
Los inversores con una alta tolerancia al riesgo no suelen dar demasiada importancia a activos de renta fija. En su lugar, se orientan más en consolidar carteras con acciones especulativas, primando en ellas los estilos de day trading, swing trading o scalping (todas estrategias de trading pensadas para generar ganancias explosivas, pero de alto riesgo).
Si bien este grupo de inversores casi siempre arma portafolios conformados solo con renta variable (acciones, opciones financieras, criptomonedas), podrían también armar posiciones de cobertura. Esta podría ser una posición defensiva conformada por algún activo estable, un fondo o bono atado a la inflación o incluso algo de liquidez, evitando estar totalmente invertido todo el tiempo.
Estas jugadas defensivas le proporcionan más seguridad al inversor. Además, si invirtiera todo su capital disponible, no tendría margen para entrar a nuevas operaciones atractivas sin antes desarmar otra posición.
Ilustremos esto con el caso de Meta Platforms (antigua Facebook): ante su última presentación de resultados, la empresa decepcionó a los mercados y sufrió la pérdida de capital más rápida de cualquier acción en la historia. En los últimos 20 días, la acción ha caído más de 36%.
El trader con liquidez disponible tuvo posibilidades de comprar esta baja, si le hubiese interesado. Quien no tuvo liquidez no tuvo esa posibilidad, incluso si hubiese querido saltar a esta caída histórica.
Una última idea muy importante para estos perfiles cortoplacistas y de alto riesgo es la de utilizar un stop loss. Este es el valor máximo que un inversor está dispuesto a arriesgar y perder si su posición no se da como espera. Se trata de un valor predeterminado que el inversor le hace saber a su bróker al abrir una operación. Si el activo cae hasta el precio del stop, el sistema venderá de forma automática.
¡Menos riesgo, por favor!
Si estas estrategias de corto plazo no te atraen, seguro caes en el perfil inversor en el extremo opuesto al trader: el conservador.
El más puro de los conservadores no tomará posiciones en renta variable en absoluto. Preferirá, en cambio, obtener ganancias mínimas, incluso por debajo de la inflación, siempre y cuando sus operaciones sean lo más seguras posibles. La aversión al riesgo es absoluta.
Aquí entran en juego activos defensivos, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Conocidos también como “T-bills”, estos títulos son emitidos por el Gobierno estadounidense y ofrecen una rentabilidad limitada, pero casi asegurada (considera que para que estos bonos no te generen ingresos, Estados Unidos tendría que entrar en default, algo casi imposible
Alternativas a estos títulos son los bonos de Japón, Alemania y muchos otros países con buenas perspectivas e historial de pagos. Asimismo, estas carteras se refugian en bonos de grandes empresas multinacionales que (casi) aseguran la devolución del interés y el capital.
Este tipo de carteras se arma muy a menudo en la gestión de grandes patrimonios, lo que se conoce en la jerga como “legacy” o “wealth management”. Aquí, muchas veces los inversores no están interesados en el mercado, pero sí en recibir un flujo y cuidar su patrimonio a largo plazo.
Ni de un lado, ni del otro
En el tercer grupo de inversores posiblemente estemos muchos de nosotros. Se trata del inversor con un perfil moderado y una cartera diversificada, compuesta por:
• Acciones de valor o renta fija (largo plazo)
• Acciones de crecimiento (mediano plazo)
• Activos más orientados al trading (corto plazo)
Esta es la distribución más habitual sugerida en los libros, aunque cada uno asignará diferentes proporciones a cada grupo de instrumentos.
Los más agresivos no querrán tener liquidez ni renta fija, pero insisto en la importancia de evitar la sobre-operación y la tentación de estar comprando y vendiendo todo el tiempo, siendo víctima de las estadísticas que hacen que la mayoría no obtenga el resultado buscado.
En palabras de Ruth Porat, actual CFO de Alphabet (casa matriz de Google): “La liquidez es el oxígeno de un sistema financiero”. Y eso te incluye a ti.
Cómo distribuir tu cartera
Antes de despedirme, quiero dejarte con unos ejemplos generales de cómo se verían las carteras de cada perfil inversor.
Aunque es un lineamiento general, te será de ayuda para comprender más o menos cómo distribuyen su capital los inversores:
1. Cartera muy conservadora: no más del 20-30% invertido en renta variable. El resto del capital invertido totalmente en renta fija.
2. Cartera muy especulativa: entre el 70-80% invertido en renta variable, dependiendo del contexto y la liquidez reservada para aprovechar futuras oportunidades. El resto, invertido en activos defensivos.
3. Cartera mixta: depende del inversor, por lo que variará enormemente si el inversor tiene una actitud corto o largoplacista en un momento determinado.
Puede sonar tentador apostarlo todo a un enfoque mixto o especulativo, pero recuerda que las Bolsas pueden entrar en períodos bajistas muy largos.
Nada garantiza que la volatilidad y baja que estamos viendo hoy a partir de la inflación, las crecientes tasas de interés y las tensiones geopolíticas en Europa del Este se desvanecerán pronto. Y lo mismo vemos con otros episodios de volatilidad en el pasado.
En los últimos 20 años, el índice S&P 500, principal índice de la Bolsa estadounidense, sufrió bajas que perduraron. En su gráfico de dos décadas, vemos las caídas de la burbuja punto-com en el 2000, la crisis subprime en 2008 y, más a la derecha, la crisis producida por el COVID en 2020.
Aunque la baja de 2020 fue compensada con fuertes estímulos, hoy estamos sintiendo los efectos de estas medidas con una alta inflación y una tendencia bajista resultante.
Imagina estar perdiendo dinero dos años seguidos, sin otra opción que esperar a que el mercado se recupere.
Lo que quiero transmitirte, es que vale la pena considerar todos los enfoques y encontrar el que más se adecúe a tu perfil.
Antes de invertir, siempre hazte esta pregunta: ¿eres conservador, especulativo o una mezcla? ¿Por qué?
Cuida tu dinero, y te cuidará a ti.
Buenas inversiones,
Gastón Lentini
Para El Inversor Diario